miércoles, 4 de julio de 2012

Equidad


Equidad, según su origen etimológico, es una palabra que significa igual y consiste en dar a cada uno lo que le corresponde según sus necesidades, méritos, capacidades o atributos.
La equidad está estrechamente relacionada con la justicia, entendida ésta como la virtud mediante la cual se da a los demás lo que es debido de acuerdo con sus derechos1.
Entendida la Equidad como igualdad, este valor tiene varias acepciones, todas ellas relacionadas con el concepto de Renta Básica2:
Igualdad para participar en la toma de decisiones que nos afecten, descentralización y autonomía. La democracia es día a día y empieza de abajo a arriba.
Igualdad de oportunidades: determina que los estados y las sociedades deben compensar nuestras desigualdades naturales, sociales y de nacimiento para que todos podamos acceder a beneficios sociales y estar en las mismas condiciones de partida.
Igualdad de cada uno ante la ley en la que todos nos sintamos participes, porque el sistema que la crea tiene mecanismos de democracia política y económica3: éste es un aspecto de suma importancia porque no podemos admitir vivir en un sistema que mantiene los privilegios, diferentes a los de antaño, pero igual de injusto y que realmente no nos hace participes en esta democracia.
Igualdad social real: gracias a un Estado Social de Derecho, que otorga el derecho de acceder a los bienes culturales, materiales y espirituales, tales como seguridad social, empleo, educación, vivienda y salud, entre otros. La Socialdemocracia lo puso encima de la mesa, pero quiso hacerlo convivir con el sistema de mercado y ha permito do que perdamos la posibilidad de tener un Estado de Derecho equitativo, dando a cada uno según sus necesidades y capacidades sin las leyes de mercado.
La equidad se refiere también a los criterios para la distribución de bienes y servicios, así como derechos y deberes, libertades, poderes y oportunidades, de modo que todos podamos beneficiarnos de los resultados del trabajo colectivo, y participar en la toma de decisiones y en la dirección y administración de los asuntos comunes.
Todas las acepciones anteriores se fundamentan en un concepto mucho más profundo, en el que se reconoce que todos somos iguales en dignidad y por lo tanto merecemos igual consideración, trato y respeto.
La dignidad es una cualidad que nos hace únicos e irrepetibles, y, por consiguiente, inviolables y sagrados. Reconocer nuestra dignidad implica aceptar que estamos llamados a ser el centro, la razón de ser y el objetivo fundamental de cualquier proyecto de desarrollo político, económico y social. Un proyecto equitativo tienen que hacernos sentir a cada uno que formamos parte y que ganamos por estar juntos.
Pero ser iguales no significa que seamos idénticos; considerados uno a uno, todos somos diferentes. La equidad, sin embargo, supone que más allá de cualquier diferencia racial, sexual, cultural, psicológica, generacional o de cualquier otro tipo, todas las personas tenemos en común el hecho de ser humanos, razón por la cual nadie es más humano que otro, ni tiene más derecho que otro a decidir lo que es vivir humanamente.
Como la equidad exige el reconocimiento de la dignidad y los derechos de las personas, es un valor asociado al respeto y a la justicia, que, aparte de ser primordial en las relaciones interpersonales, nos permite trazar acciones dirigidas a aumentar y fortalecer la igualdad entre los seres humanos para construir sociedades justas.

Políticas públicas

La equidad es un principio invocado de forma colectiva, personificada en el tipo de Estado que no hemos adjudicado, pues se trata de una responsabilidad del Estado, enmarcada en la tradición moral, política y jurídica de los Derechos Humanos, aceptando la Interculturalidad, los valores tradicionales y sobre todo los derechos de las minorías, todo ello relacionado de forma específica con los derechos económicos, sociales y culturales de toda la humanidad.
Desde esta perspectiva, la equidad desde la gestión colectiva y pública se relaciona con otros valores y principios como la justicia y la diversidad. Los seres humanos somos iguales en dignidad y por tanto debemos tener las mismas oportunidades para nuestro cabal desarrollo humano. Pero, a la vez, somos diversos: por esto la equidad también debe expresarse en reconocimiento, inclusión y ausencia de discriminación por cualquier condición o situación.
La equidad se relaciona también con el compromiso por un sistema más justo, utilizando la solidaridad, mientras exista exclusión social, económica, política y cultural. El Estado y la sociedad deben dedicar recursos y esfuerzos de manera prioritaria para restituir las garantías y derechos de las personas excluidas y vulneradas, con el fin de hacer perdurable y estructural la igualdad social y la igualdad de oportunidades en nuestra sociedad.
Por lo tanto, las políticas públicas deben dirigirse a gestionar desde lo local, los Recursos Cercanos, Renovables y Saludables que son de la comunidad, para solucionar las necesidades de las personas:
Redistribuir la riqueza social y económica, dándole prioridad a quienes estén en condiciones más críticas de pobreza y vulnerabilidad.
Dar acceso a la educación, la salud, el empleo, la seguridad social, el crédito y la vivienda.
Conseguir la seguridad alimentaria.
Hacer cumplir el reconocimiento y respeto a la diversidad sexual y étnica, y garantizar a todas las personas igualdad de oportunidades para un desarrollo humano integral y autónomo.
Garantizar la democracia a todos los niveles, promoviendo la participación ciudadana y avanzando hacia la inclusión de los niños y niñas, y las y los jóvenes en los procesos de toma de decisiones.
Brindar condiciones a todas las personas para desarrollar sus talentos y habilidades, así como para aprovechar su tiempo libre, acceder a los bienes culturales de la humanidad, y gozar de un medio ambiente sano.
Ver enlace de equidad.
1La justicia de la que hablamos esta ligada con el concepto de Renta Básica
2La Renta Básica es un ingreso pagado por el estado, como derecho de ciudadanía, a cada miembro de pleno derecho o residente de la sociedad incluso si no quiere trabajar de forma remunerada, sin tomar en consideración si es rico o pobre o, dicho de otra forma, independientemente de cuáles puedan ser las otras posibles fuentes de renta, y sin importar con quien conviva.
3La ley basada en la justicia y la igualdad.

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